1 de octubre de 2009

El Rey Midas y Apolo

En una competencia musical entre los dioses Apolo y Pan, Midas, a quien nadie había pedido opinión, declaró que el canto de Pan era superior al del dios del sol. Irritado Apolo por su intromisión, considerando que sólo un asno podía opinar así, le condenó a llevar orejas de burro eternamente. Al principio, Midas, de vuelta en su reino, pudo ocultarlas con un amplio gorro, pero cuando tuvo que cortarse el cabello, pese que eligió para ello a su esclavo de mayor confianza, tuvo que pedirle el más riguroso secreto y no pudo vivir tranquilo, temiendo que el siervo lo traicionara. El esclavo, desesperado por no poder confiar a nadie la vergüenza de su orgulloso rey, hizo un pozo y, metiendo la cabeza adentro, le contó a la tierra el secreto de Midas, quedando aliviado. Pero en el lugar crecieron unas cañas y cuando el viento las agitaba, susurraban bien claramente: “El rey Midas tiene orejas de burro!”... (...)